Filosofar
para seguir creciendo
La Filosofía atesora la sabiduría
de los principales pensadores
de todos los pueblos. A este
acervo se llega por el Filosofar,
momento de producción
intelectual en respuesta a las
trascendentales preguntas que
sabe plantear la Filosofía. Se
trata de un proceso dinámico
que debe involucrar
integralmente a cada persona
que en él participa, sin importar
cuánto de lo que se logre
permanecerá en el depósito de
sabiduría de los grandes
filósofos
978-970-26-1495-1
PEARSON CUSTOM PUBLISHING
“FILOSOFAR para seguir
creciendo” va dirigido de modo
especial a quienes se están
formando como profesionales,
pero puede ser de provecho
para toda persona que se
niegue a vivir en pequeñez
intelectual o en rutina
existencial.
Filosofar
para seguir creciendo
Carlos E. Echeverría
®
Laureate International Universities
CMAN
F I L O S O FA R
para seguir creciendo
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F I L O S O FA R
para seguir creciendo
Carlos Eduardo Echeverría Coto
Universidad Gregoriana en Filosofía
Roma, Italia
Maestría en Tecnología Educativa
ILSE Grupo de Investigación Universidad Almeira
Profesor de Filosofía, Axiología y Ética
Universidad Tecnológica Centroamericana
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Datos de catalogación bibliográfica
Echeverría, Carlos E.
FILOSOFAR PARA SEGUIR CRECIENDO
PEARSON EDUCACIÓN, México, 2008
ISBN: 970-26-1495-3
Área: Filosofía. Universitarios
Formato: 18.5 × 23.5 cm
Editor:
Páginas: 128
Supervisor de producción:
Maria Elena Zahar Arellano
e-mail: maria.zahar@pearson.com
José Hernández Garduño
Diseño de Portada:
Diana Echeverría Mondragón
PRIMERA EDICIÓN, 2008
D.R. © 2007 diseño y tipografía por
Pearson Educación de México, S.A. de C.V.
Atlacomulco 500-5° piso
Col. Industrial Atoto, C.P. 53519,
Naucalpan de Juárez, Edo. de México
Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana. Reg. Núm. 1031.
© Carlos E. Echeverría, sujeto a licencia de Pearson Educación
Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de esta publicación pueden reproducirse, registrarse
o transmitirse, por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea
electrónico, mecánico, fotoquímico, magnético o electroóptico, por fotocopia, grabación o cualquier otro,
sin permiso previo por escrito del editor.
El préstamo, alquiler o cualquier otra forma de cesión de uso de este ejemplar requerirá también la autorización
del editor o de sus representantes.
ISBN 10: 970-26-1495-3
ISBN 13: 978-970-26-1495-1
Impreso en México. Printed in Mexico.
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cecheverriac@unitec.edu
www.unitec.edu
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Estimados estudiantes y docentes de UNITEC:
Me da mucho gusto saludarles y poner en sus manos este libro de texto
que es parte de un innovador proyecto dirigido a Ustedes.
La Universidad Tecnológica Centroamericana está comprometida desde
1987, año de su fundación, con la calidad y la excelencia académica al
punto de ser un estilo de vida en permanente mejora, que les involucra a
Ustedes y también a los recursos y metodologías de enseñanza y aprendizaje propios de las diversas carreras profesionales que ofrecemos.
A inicios de los 90’s UNITEC incorporó el modelo educativo centrado en
el estudiante y apoyado en tecnologías de vanguardia para dar respuesta a los retos que el mundo global plantea, a tal punto que actualmente
esta Universidad forma profesionales y ciudadanos en Honduras que
sean capaces de desenvolverse competitiva y exitosamente en los escenarios del mundo globalizado.
La alianza estratégica que hemos emprendido con el Grupo Editorial
Pearson es garante de la calidad que encontrarán, no sólo en los contenidos temáticos de los libros de texto con estándares internacionales,
sino también en su diseño didáctico y a la incorporación de los recursos
que permitirán el trabajo autónomo y personalizado vía web, tan característico del estilo de aprendizaje en la sociedad del siglo xxi.
Este esfuerzo complementa la sistemática profesionalización de los docentes mediante el Sistema de Excelencia en la Enseñanza, conocido
como Programa SENECA, que les posibilita el perfeccionamiento de su
práctica, convirtiéndose en el sello de la docencia en UNITEC.
Auguro condiciones muy favorables donde el aprendizaje será inevitable,
no sólo durante sus años de formación profesional sino durante toda su
existencia: Que les persiga el deseo por avanzar, por descubrir nuevas
cosas, por ampliar el conocimiento acerca de lo que somos y a dónde
vamos, pero sobre todo ayudando a construir el camino que elegimos
¡Que cosechen muchos éxitos y satisfacciones!
Fraternalmente
Román Valladares
Rector de UNITEC
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A Vilma Mondragón, compañera en la vida y permanente
asesora profesional, por ser quien es; por sus sugerencias
oportunas en materia didáctica y por su diálogo filosófico.
A mis alumnos del CEUTECT-UNITEC del 2007,
y a todos aquellos para quienes el filosofar
no sólo es una obligación, sino un placer.
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Es mi deber agradecer a Diana Echeverría por la
realización de la portada, a Beatriz Echeverría
por su apoyo en la impresión de borradores y escaneo, y a todos mis hijos por los comentarios
y críticas valiosas que me permitirán mejorar mi
pensar y mi actuar.
Anticipo agradecimientos a mis nietos Diego,
Sebastián, Andrea e Isabella por la misma razón,
ya que, aunque aún no lo saben, me ayudarán a
validar lo que aquí escribo.
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Contenido
Introducción
xv
Capítulo 1
Mirando dentro de sí
Autoconocimiento
Ser en contexto
Lectura
Ejercicio
1
1
6
7
8
Capítulo 2
El sentido de la vida
Lectura
Ejercicio
13
19
23
Capítulo 3
Del conocer al conocimiento
La temprana necesidad del conocimiento
Lectura
Ejercicio
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27
35
37
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XII CONTENIDO
Capítulo 4
Filosofía, ciencia y método
El conocimiento científico
La filosofía y las ciencias
El método
Lectura
Ejercicio
39
39
41
42
45
48
Capítulo 5
El mundo de los valores
Los omnipresentes valores
La axiología
Naturaleza del valor
Origen del valor
Categorías y jerarquías del valor
El valor como criterio de selección y de acción
Coherencia y compromiso
Lectura
Ejercicio
51
51
52
53
54
57
59
60
61
63
Capítulo 6
Los valores y la cultura
Cultura y diversidad de valores
Dinámica social de los valores
Conflictos axiológicos interpersonales
Lecturas
ejercicio
65
65
67
69
72
75
Capítulo 7
De la moral a la ética
Moral y ética
Fundamentación de la moral
El acto moral y el juicio moral
Libertad
La conciencia moral
Problemática actual y relativismo moral
Lectura
Ejercicio
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77
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80
82
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CONTENIDO XIII
Capítulo 8
Profesionalismo emprendedor
95
La profesión
El valor del trabajo
Ética profesional
Compromiso personal y comunitario
Formando emprendedores
El espíritu emprendedor
El liderazgo
El espíritu de servicio
Lectura
Ejercicio
95
96
97
98
99
101
103
103
105
107
Referencias
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Introducción
Los últimos años del siglo XX y primeros del XXI han estado dominados por
el posmodernismo. Sin tratar de hacer un balance entre sus elementos, que
considero positivos (apertura hacia el pensamiento de otros, tolerancia, etc.)
y los negativos (relativismo moral, relativismo epistemológico, etc.) —tarea
en la que se involucraron en años recientes autores de todo el mundo (como
Camacho, 2002),1— es pertinente en el presente texto referirse al llamado
“desfondamiento de la racionalidad”. Esto equivale a cuestionar la validez
de la razón para llegar a una verdad aceptable y aprobada universalmente,
cual conviene a la ciencia, o, al menos, admisible y aceptada por amplios
colectivos que suscriben una visión similar del ser humano, el mundo y la
vida (por ejemplo, desde la filosofía) o que comparten una misma vivencia
cultural.
No es la primera vez que se pone en duda la capacidad racional, desde el escepticismo griego, pasando por otros escepticismos, relativismos y
antiintelectualismos de toda laya, ni será la última. Y como antes, también
ahora se debe enfrentar la paradoja de afirmar la inseguridad universal, con
la sola certeza de esta única afirmación.
Si la época reciente ha cuestionado de tal modo la racionalidad, mal
negocio es para la filosofía, que tiene en la actividad racional su principal herramienta creativa y su principal instrumento de crítica y de cambio.
No es de extrañar el poco aprecio que, junto con el abierto desprecio y la
mucha ignorancia en relación a ésta, se le ha otorgado hasta en la propia
1Camacho, Luis (2002), ”Las voces de la resistencia: reacciones contra el relativismo en
epistemología y filosofía de la ciencia”. Revista de Filosofía, Universidad de Costa Rica, volumen XL, núm 100, EUCR, San José, Costa Rica pp. 29-35.
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XVI INTRODUCCIÓN
institución universitaria que la filosofía misma contribuyó a fundar —en el
doble sentido de establecer y de fundamentar—, y en donde, históricamente, ha tenido también su baluarte. Aun con el antiposmodernismo que recientemente ha surgido como resultado de una inevitable razón dialéctica,
se intenta todavía minimizar y hasta desterrar la racionalidad filosófica de
los centros educativos.2
En un siglo de extraordinario desarrollo científico y tecnológico, el filósofo continuará dando su aporte, por lo menos en tanto subsistan brechas
—carentes de razón científica, pero existentes y profundas—. El filósofo
construirá puentes entre las ciencias naturales y las sociales, entre el tecnologismo y el humanismo, entre la ciencia y la ética, fomentando el pensamiento crítico y alertando en contra de los dogmatismos de la razón y la
arrogancia de quienes creen ser dueños de la verdad.
Pese a ello, algunos insisten en que la filosofía podría haber agotado su
quehacer. ¿Habrá llegado al fin o a la muerte de la filosofía?
“Desde que el hombre moderno se atrevió a pensar por su propia cuenta, nos
ha invitado ya a la ‘muerte de Dios‘, a la ‘muerte del capitalismo‘, a la ‘muerte
del socialismo‘, a la ‘muerte de la metafísica‘, a la ‘muerte de la filosofía‘, a
la ‘muerte del hombre‘, al ‘fin de las ideologías‘, al ‘fin de las utopías‘, al ‘fin de
los imperios‘, al ‘fin de los colonialismos‘, al ‘fin de la historia‘. No es necesario
ir muy lejos para tropezar con una procesión o con una iglesia llena de fieles
fervientes, para ver que Dios no ha muerto. Tampoco se necesita indagar muy
profundamente para toparse con ideologías, utopías y otros ‘difuntos vivos‘.”3
Estoy convencido de que, pese a pretéritos y futuros atentados, la racionalidad seguirá tan campante como siempre y, con ella, su hija predilecta: la
filosofía. Lo que, como sabemos, no es ningún antídoto contra el error, ni
—peor aún— ninguna garantía de que atenderá como es debido la que yo
considero su más noble misión: contribuir a orientar, dar rumbo y sentido a
la vida cotidiana de los millares de mujeres y hombres que transitamos por la
vida durante unas cuantas décadas.
A esa misión están dedicadas las siguientes páginas, a sabiendas de que
no puede alcanzarse fácilmente sin el auxilio del profesor-facilitador o del
filósofo-amigo que oriente, conduzca la reflexión o la discusión, y permita
que fluyan con espontaneidad, pero con método, la tertulia, el debate y el
diálogo entre muchos pensantes o deliberantes. Si tan sólo se lograra con
estas páginas sacar de la modorra existencial o intelectual a algunos, nos
sabríamos caminando en la dirección correcta.
2Savater, Fernando (2005), “¿Adiós a la filosofía?” El País, España, 25 de mayo, citado en El
heraldo, 26 de junio, año xxv, edición 8142, Tegucigalpa.
3Serrano, Augusto (1995), La aventura del conocimiento, Ediciones S.e.H., Tegucigalpa,
p. 428.
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INTRODUCCIÓN
XVII
Este libro pretende ser una reflexión acerca de uno mismo y de su entorno. Quiere ayudar a comprender al mundo y la vida, pero sobretodo a comprenderse y a comprometerse. Aunque está dirigido a jóvenes universitarios,
no tiene por qué ser necesariamente un libro de texto. No obstante, podría
servir a ese propósito con un sílabo o una guía didáctica adecuada.
En varios de los programas de educación secundaria en Centroamérica,
el curso de filosofía está dedicado a hacer un apretado cuento (mejor que
recuento) de la historia de la filosofía, y a pasar revista a las principales
disciplinas filosóficas. Aunque tales contenidos hayan sido bien manejados,
pudiesen objetarse, ya sea por su pretensión enciclopédica o por la distancia que guardan con las realidades de nuestra sociedad. Pero su existencia
obliga a hacer otra cosa a nivel superior, por lo que parece oportuno recuperar el carácter cuestionador y formativo que un primer curso universitario
puede tener en la perspectiva de una formación general como parte constitutiva, no divorciada, de la formación profesional.
No es vano recordar que el éxito de tal curso no se mide por una calificación aprobatoria, sino por los conceptos, procedimientos y actitudes que
pudieren desde él ser generados, tanto más si no duran un periodo académico sino que tienen un efecto residual durante muchos años.
Por cierto, no hay formación profesional integral sin formación humana.
No se entienda esto como esferas separadas, ni siquiera complementarias; el
profesional es una unidad que no se maneja de modo esquizoide; es decir,
por un lado, su ejercicio profesional y, por otro, su vida privada. Aunque
lo anterior no descarta que debe haber momentos en que lo uno no debe
interferir con lo otro, no es menos cierto que no puedo escindir lo que soy,
lo que creo, lo que pienso o lo que siento. Los diversos ámbitos en los que
actuamos reciben de nosotros el efecto de nuestra única personalidad.
Las personas que nunca se pudieron acercar al auténtico filosofar, o no
recuerdan con agrado la filosofía que alguna vez quizá mal estudiaron, tienen muy consecuentemente una idea muy peregrina acerca del asunto. He
oído decir, por ejemplo, que la “filosofía” de tal entrenador de fútbol consiste en “ablandar” primero al adversario. También escuché recientemente a
un profesional mencionar que él no perdía tiempo “filosofando”, sino que
se dedicaba de lleno a la acción.
Espero que estos tales y otros prójimos que piensan o simplemente hablan de esta suerte puedan entender —si es que llegan a leer y a interiorizar
todo esto— que la filosofía es una actividad muy digna y muy seria, absolutamente vinculada con la vida y la cotidianidad (aunque, claro está, con
una gran capacidad para trascenderlas) y que puede llegar a ser apasionante
y, para algunos de nosotros, francamente adictiva. Vale la pena dedicarle
tiempo.
En Garabandal de la Ciénega,
Santa Lucía,
octubre de 2007.
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Capítulo
1
Mirando
dentro de sí
Tienen ojos y no ven…
Jeremías, V, 21
Autoconocimiento
La primera tarea de la filosofía, no en el orden de aparición
histórica sino en importancia —por lo que debería ser también la primera al iniciarse en el filosofar—, es la del propio
conocimiento. Se atribuye a Sócrates el haberlo planteado
en primer término:
—SÓCRATES. ¿Sabríamos cuál es el arte que mejora la calidad
del calzado si no conociésemos el zapato?
—ALCIBÍADES. Imposible.
—SÓCRATES. Y según esto, tampoco sabríamos qué arte perfeccionará la hechura de los anillos si no conociésemos
el anillo.
—ALCIBÍADES. Cierto.
—SÓCRATES. Avancemos otro paso. ¿Podríamos saber qué
arte mejora al hombre de no saber quiénes somos nosotros mismos?
—ALCIBÍADES. Imposible.
—SÓCRATES. ¿Y puede darse que sea una bagatela conocerse
a sí mismo y que fuese un bobo quien escribió aquellas
1
2 FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
palabras sobre el templo de Delfos4, o se trate, por el contrario, de una cosa
difícil y no apta para todos?
—ALCIBÍADES: Me ha parecido, Sócrates, que es cosa de todos, pero tal vez se
trate de una tarea extremadamente difícil.
—SÓCRATES. ¡Bien! Puede, Alcibíades, ser fácil o no, pero para nosotros el
problema es éste: si nos conocemos a nosotros mismos, conoceremos también el cuidado que debemos tener con nosotros mismos; si no, no lo conoceremos nunca.5
Y el dilema sigue siendo conocerse o no conocerse. Pero desde el punto
de vista del proceso de humanización, entendido en el orden generacional
como el conquistar nuevos y superiores estadios de humanidad, y en el orden
individual como la tarea de realización personal; no cabe otra alternativa real:
hay que conocerse. O dicho de otra manera: no podemos —moralmente
hablando— dejar de interrogamos acerca de nosotros mismos, como individuos y como especie.
De esta suerte, la primera pregunta filosófica es: ¿quién soy? Pero atención con dar respuestas superficiales. En el plano de las relaciones sociales,
cuando se me hace tal pregunta, me basta con contestar: “soy Carlos, Diego,
Sebastián o Gerardo” o bien “Vilma, Marcela, Beatriz o Diana”. Nuestro
nombre resume nuestro ser. Pero en el horizonte filosófico tal respuesta se
revela ampliamente insuficiente.
Hemos de ahondar acerca de lo que somos. Si agrego:
“soy filósofo, arquitecto, ingeniera, profesora o albañil” podría
recibir el siguiente comentario: “te pregunto quién eres, no qué
eres”. Si alego que lo que soy es parte de quien soy, no habrá
mayor problema para recibir la aprobación de mi interlocutor. Pero no es menos cierto que apenas estoy al inicio de un
camino. Se trata de un viaje que ha de llevarme al interior de
mí mismo.
Hace unos años vi una película en la que unos científicos
viajeros —sólo recuerdo (para regodeo de los psicoanalistas)
a la actriz Raquel Welch— eran miniaturizados con su nave
submarina, e inyectados al torrente sanguíneo de un paciente.
Se trataba con certeza de un viaje alucinante al interior de un
ser humano. En el ejercicio de iniciación filosófica se invita
a penetrar en una interiorización aún mayor: la del espíritu,
aunque unos preferirán hablar de él como pensamiento, otros
como psiquis, en tanto que otros, más habituados al lenguaje
técnico, como Noùs. Pero eso no importa mucho, al menos
por ahora; lo importante es entrar, a ver qué hallamos.
4En
el templo de Delfos estaba escrito: “Conócete a ti mismo”.
(2004), Alcibíades, citado en Atlas Universal de Filosofía, editorial Océano, Barcelona, p. 606.
5Platón
FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
Por supuesto, no hay una única ruta para realizar esta introspección, ni
propongo algo nuevo. Pero hay algunos temas que no se pueden soslayar,
independientemente del orden en que se aborden.
La pregunta ¿quién soy? puede ser desagregada en muchas otras: ¿en
qué o en quién creo?, ¿a qué le doy importancia?, ¿cuáles son mis principales
valores?, ¿cómo los jerarquizo?, ¿qué significa para mí la vida?, ¿qué espero
yo de ella?, ¿cuáles son mis mayores fortalezas?, ¿cuáles mis debilidades?, ¿a
quiénes quiero?, ¿qué significado tiene para mí la familia?, ¿qué quiero yo
para mi país?, ¿cómo quiero que sea mi vida profesional?, ¿por qué quisiera
ser recordado?, ¿qué representan para mí religión, política y dinero?, ¿cuáles
son mis principales metas a corto y largo plazos?, ¿qué cosas o situaciones me
gustan o me disgustan más? ¿Qué me haría profundamente feliz?
Y así el individuo podría seguirse preguntando y reaccionando ante la
respuesta con nuevos cuestionamientos. El hacerlas con un asesor especializado y respetuoso podría llevar a muchos a profundidades insospechadas
que, tal y como postulara Sócrates, nos darían, además del conocimiento
de nosotros mismos, la posibilidad de nuestro propio mejoramiento o superación. Por eso no nos sorprende que al hablar del humano como especie,
algunos lo definan como “un ser de posibilidades”, tal como lo hicieran
existencialistas italianos (Abbagnano).
Al ahondar sobre la naturaleza humana destaca, en efecto, esa capacidad
—puede decirse que permanente— para la superación. Que se aproveche o
no, es otra historia. No se habla de posibilidad de cambio en el orden físico,
químico o biológico, natural en muchos seres, sino de superarse; entendiendo
por ello que se logran cambios positivos en lo esencial de la persona.
La superación no cabe en la agenda de Dios. Eres libre de creer en Él
o no, pero si crees, me parece que no crees en un dios devaluado, susceptible de mejoras, sino en uno perfecto, todopoderoso y omnisciente. Por
otra parte, la superación o perfeccionamiento
esencial no es viable en el animal. A éste se le
puede amaestrar, lo que podría significar una
degradación de su condición esencial. Puede aprender trucos un caballo, un perro, un
mono, etc. Algunos animales interactúan con
los seres humanos en forma extraordinaria y
sorprendente, lo que nos hace decir que son
realmente inteligentes; pero la cuestión es si
ese aprendizaje representa o no un perfeccionamiento.
Recuerdo muy claramente cierta ocasión
en que cuando era niño fuimos toda la familia
al circo. Había un mono realmente encantador. Vestía pantalones vaqueros azules, una
camisa rojiza a cuadros, de manga larga, y un
sombrero de paja. Daba vueltas al escenario
3
4 FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
en un triciclo rojo, igualito al que teníamos mi hermano y yo. Comió, no recuerdo qué, en un bol, para lo cual utilizaba torpemente una cuchara, tiraba
comida en la mesa y a su alrededor, pero no creo que haya sido mayor que
los estragos que algunos de nosotros hacíamos. Cuando el chimpancé finalizaba su presentación, iniciaba los aplausos que todos nos apresurábamos a
continuar, acompañados con gritos capaces de asustar a otro animal menos
acostumbrado a estas efusiones de la multitud.
Al crecer perdí muchos recuerdos, sin embargo no he olvidado al monito y sus monadas. Hoy sé que no eran monadas sino “humanadas”, es decir,
cosas de humanos y no de monos. De hecho, si se hubiese devuelto a aquel
primate cirquero a su hábitat natural en alguna selva mesoamericana, es
probable que no hubiese podido ya “ganarse la vida”, pues se encontraba
francamente “desmonizado”. De tal forma que no se perfeccionó su esencia
de mono, sino que, por el contrario, se deterioró irreversiblemente.
Pero cuando cada uno de nosotros nos preguntamos: “¿puedo ser mejor?, ¿puedo ser más humano?”, la respuesta siempre será: “sí”. Siempre
puedo ser mejor persona, un profesional más eficiente, alguien mejor preparado. Puedo amar más a los míos y ser más amable con los demás. Puedo
conocer más cosas, aprender otro idioma, estudiar nuevos procedimientos.
La realización personal no debería tener un punto terminal, salvo el caso de
enfermedades totalmente incapacitantes que concluyen con la muerte. He
tenido el privilegio de conocer ancianos que aprenden, que hacen planes,
que contribuyen a un mejor futuro para los demás.
Creo, al igual que José Ingenieros (1956), que:
“Toda juventud es inquieta. El impulso hacia lo mejor sólo puede esperarse de
ella: jamás de los enmohecidos y seniles. Y sólo es juventud la sana e iluminada, la que mira al frente y no a la espalda; nunca los decrépitos de pocos
años, prematuramente domesticados por las supersticiones del pasado: lo que
en ellos parece primavera, es tibieza otoñal, ilusión de aurora que es ya un apagamiento de crepúsculo. Sólo hay juventud en los que trabajan con entusiasmo
para el porvenir, por eso en los caracteres excelentes puede persistir sobre el
apeñuscarse de los años. Nada puede esperarse de los hombres que entran a la
vida sin afiebrarse por algún ideal; a los que nunca fueron jóvenes, paréceles
descarriado todo ensueño. Y no se nace joven, hay que adquirir la juventud, y
sin un ideal no se adquiere”.6
Se trata pues de vivir a plenitud. Y para poderlo hacer hay que empezar
por conocerse, mirando hacia uno. No se crea que es reciente la invitación
a mirar dentro sí. El filósofo estoico Marco Aurelio —que también fue emperador de Roma— proponía buscar allí la fuente del bien:
6Ingenieros,
José (1956), El hombre mediocre, EUDEBA, Buenos Aires.
FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
“[...]Retirarse en uno mismo es posible en cualquier momento que se desee.
¡Oh sí! En ningún lugar más que en su propia alma podrá retirarse un hombre
con mayor tranquilidad y de la manera más sencilla. Sobre todo aquel que guarde en su interior cosas tan preciadas, que sólo con mirarlas se obtenga paz para
el corazón, y por esa paz entiendo una disposición de orden perfecto. En consecuencia, regálate continuamente con este lugar de retiro y renueva tu vida”.7
Por supuesto que la filosofía tiene una compleja misión, fruto de su activar a lo largo de los últimos 26 siglos. O, dicho de otro modo, tiene varias
misiones, por lo general interrelacionadas. Las más sobresalientes tienen
que ver con las áreas fundamentales que giran alrededor de tres problemas
básicos: el ser, el conocer y el actuar, a los que se refieren la metafísica,
epistemología y ética, respectivamente.
La misión que aquí se reivindica para el filosofar se ubica en el cuerpo
de las disciplinas éticas. Precisamente se enfatiza actualmente la llamada
Ética del desarrollo, que prefiero denominar Ética de la superación o Ética
de realización; según la cual, el sentido moral no consiste únicamente en
evitar el mal y hacer el bien, sino también en desarrollar o realizar al máximo nuestras potencialides como individuos y como especie.
En este sentido, es misión de la filosofía y, consecuentemente, es misión
del filósofo, apoyar a los demás en este esfuerzo de ver claro en su vida y
en su entorno. En el marco de la tradición socrática, así lo plantea Platón
como moraleja del “Mito de la caverna” (Libro VII de La República). Y en la
actualidad se vuelve a insistir en esta tarea.8
Acostumbro exhortar a mis alumnos diciendo: “piensa, que no duele”. No obstante, he tenido que cuestionarme últimamente este comentario, pues tengo la impresión de que para algunos individuos el pensar por
sí mismos representa un esfuerzo bastante grande, casi diríase doloroso.
Gente de mis años, y hasta de muchos menos, al descubrir en el espejo una
silueta francamente regordeta o constatar en la báscula esos kilos de más,
acuden presurosos al gimnasio más próximo, dispuestos a edificarse una
nueva imagen, volviendo al ejercicio con determinación y entusiasmo. Esa
noche, o al día siguiente, el dolor les recuerda la ubicación exacta hasta del
más discreto de sus músculos. ¿Será posible, de manera semejante, que por
falta de una gimnasia mental pueda dolerles el cerebro a estos no pensantes
arrepentidos? Sea como fuere, en este caso, como en el de la gimnasia física,
vale la pena sobreponerse y perseverar en el intento.
Para conocerse será necesario aprender a pensar. Y esto se consigue a
base de ejercicio, redescubriendo el porqué y el para qué del pensamiento y
estudiando el pensamiento de los grandes hombres y mujeres de la filosofía,
las ciencias, las artes, la tecnología, etcétera.
7Marco
Aurelio (2004),Coloquios con uno mismo, citado en Atlas Universal de Filosofía,
Océano, Barcelona, pp. 670-671.
8Cfr. Marinoff, Lou (2001), Más Platón y menos Prozac, Ediciones B, S.A., Barcelona.
5
6 FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
Jiménez Guerrero (1994) se pregunta en qué consiste fundamentalmente saber pensar y, aunque admite que se trata de una pregunta compleja
que requeriría de una respuesta detallada y rigurosa, adelanta una respuesta
sencilla y clara, de carácter aproximativo:
“La educación de la inteligencia abarca, esencialmente, los siguientes aspectos:
• Conocer las propias capacidades y limitaciones; aceptarse como se es, proponerse mejoras concretas.
• Plantearse proyectos valiosos y saber los medios para lIevarlos a la práctica.
• Tener actitudes positivas de confianza, apertura, receptividad, etcétera.
• Tener capacidad crítica; detectar y saber contrarrestar las manipulaciones.
• Pensar coherentemente en términos lógicos.
• Saber inferir conclusiones correctas.
• Adquirir el hábito de reflexionar.
• Saber observar, definir, comprender, analizar, sintetizar, aplicar y valorar.
• Seguir un método de estudio o trabajo eficaz.
• Tener una escala de valores acorde con la realidad total de la persona.
• Saber resolver inteligentemente los problemas o situaciones que se plantean.
• Saber tomar decisiones prudentes, valorando las alternativas.
• Saber adaptarse a nuevas situaciones y a procedimientos nuevos.
• En resumen, saber pensar es saber lo que se quiere y cómo conseguirlo".9
Ser en contexto
La meditación que resulta del esfuerzo por tener conciencia de sí conduce
inexorablemente a una paradoja: soy, pero no soy solo, soy en contexto,
estoy en el mundo, en la historia, con los otros; soy “yo y mi circunstancia”,
como decía Ortega y Gasset.
Al identificarme me descubro como ser humano; es decir, un ser psicobiosocial, compartiendo el reino de los vivos, con todo lo que ello significa
en términos físicos, químicos, biológicos y antropológicos.
Pero sobre todo, mi contexto es humano, con sus determinaciones históricas, temporales, geográficas y, especialmente, sociales.
“No hay un yo sin tú. Una persona sola no existe como persona, porque
ni siquiera llegaría a reconocerse a sí misma como tal. El conocimiento de
la propia identidad, la conciencia de uno mismo, sólo se alcanza mediante la
intersubjetividad”.10
9Jiménez Guerrero, Antonio (1994), Enseñar a pensar, Colección Hacer Familia, Ediciones
Palabra, S.A., Madrid.
10Yepes Store, Ricardo, Fundamentos de Antropología. Un ideal de excelencia humana,
Eunsa, Pamplona, p. 82.
FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
LECTURA
Una filosofía propia
Marinoff, L.11
Todo el mundo tiene una filosofía de la vida, pero pocos gozamos del privilegio o el tiempo libre necesario para sentarnos a esclarecer sutilezas.
Tendemos a irlo haciendo sobre la marcha. La experiencia es una gran
maestra, pero también precisamos reflexionar sobre nuestras experiencias.
Necesitamos pensar con una postura crítica, buscando pautas de conducta
y situándolo todo en un contexto general para abrimos camino en la vida.
Comprender nuestra propia filosofía puede ayudarnos a evitar, resolver o
abordar muchos problemas. Nuestra filosofía también puede ser el origen
de los problemas que padecemos, de modo que debemos evaluar las ideas
que sostenemos para modelar un punto de vista que obre en favor nuestro,
no en contra.
[…]Pese a la fama que ostenta, la filosofía no tiene por qué resultar
intimidante, aburrida o incomprensible. Gran parte de lo que se ha escrito
sobre el tema a lo largo de los años sin duda encaja en una o más de esas
categorías pero, en el fondo, la filosofía investiga cuestiones que todos nos
preguntamos: ¿Qué es una buena vida? ¿Qué es el bien? ¿En qué consiste
la vida? ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué debería obrar correctamente? No
son preguntas fáciles, y sus respuestas tampoco lo son; de lo contrario no
seguiríamos dándoles vuelta una y otra vez. Dos personas distintas nunca
llegarán automáticamente a las mismas respuestas. No obstante, todos contamos con un conjunto de principios como puntos de partida, tanto si somos
conscientes de ellos y podemos enumerarlos como si no.
Lo mejor de disponer de miles de años de pensamiento en los que inspirarse, es que muchas de las mentes más sabias de la historia han profundizado en estos asuntos y nos han cedido un legado de ideas y directrices que
cabe aprovechar. Ahora bien, la filosofía también es algo personal; usted
también es filósofo. Tome cuanto pueda aprender de otras fuentes, pero si
lo que quiere es encontrar una forma de ver el mundo que le dé resultado,
tendrá que tomarse la molestia de pensar por su cuenta. La buena noticia es
que, con el debido incentivo, usted es perfectamente capaz de pensar por
sí mismo.
11Marinoff,
Lou (2001), op.cit., p. 18-19.
7
8 FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
EJERCICIO
Objetivo
Conocerse a sí mismo.
Propuesta
Contesta con la mayor honestidad, y sin palabras complicadas, por lo menos
15 de las siguientes preguntas. Es correcto dar una primera respuesta provisional, y después mejorarla hasta obtener la definitiva. Para mayor precisión
se requiere que todo el ejercicio se haga por escrito.
Sugerencia
Comparte tus respuestas con tu maestro, un familiar, un amigo, un filósofo,
un profesional de las ciencias conductuales, siempre que sea una persona
que te inspire confianza y que no pretenda forzarte a pensar como él o ella
quisieran que lo hicieras.
Preguntas
1. ¿Quién soy y qué soy?
2. ¿En qué o en quién creo?
FILOSOFAR, PARA SSEGUIR CRECIENDO
3. ¿A qué le doy importancia?
4. ¿Cuáles son mis principales valores?
5. ¿Cómo los jerarquizo?
6. ¿Qué significa para mí la vida?
7. ¿Qué espero de ella?
8. ¿Cuáles son mis mayores fortalezas?
9
10
FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
9. ¿Cuáles son mis principales debilidades?
10. ¿A quiénes quiero?
11. ¿Qué significado tiene para mí la familia?
12. ¿Qué quiero yo para mi país?
13. ¿Cómo quiero que sea mi vida profesional?
14. ¿Por qué quisiera ser recordado?
FILOSOFAR, PARA SEEGUIR CRECIENDO
15. ¿Qué significa para mí la religión?
16. ¿Qué significa para mí la política?
17. ¿Qué significa para mí el dinero?
18. ¿Cuáles son mis principales metas a corto plazo?
19. ¿Cuáles son mis principales metas a largo plazo?
20. ¿Qué cosas o situaciones me gustan más?
11
12
FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
21. ¿Qué cosas o situaciones me disgustan más?
22. ¿Qué me haría profundamente feliz?
23. ¿Por qué vale la pena luchar?
24. ¿Qué debería escribirse en mi epitafio?
Capítulo
2
El sentido
de la vida
El sentido no puede ser inventado,
debe ser descubierto.
Joseph Fabry
Quizá una de las preguntas de mayor raigambre filosófica
de todos los tiempos y en todas las latitudes sea la relativa
al sentido de la vida, entendiendo por tal el significado y
la razón de ser de la existencia humana. Prueba de ello es
que está presente en todas las culturas, aunque no necesariamente en textos deliberadamente filosóficos. En poesías
y reflexiones sobre la muerte, prosa de carácter religioso,
cuentos, novelas, etc., son abundantes las
referencias a este inquietante asunto.
Para ilustrarlo no recurro inicialmente a textos de la antigüedad clásica
de Egipto, Grecia o Roma, ni a tratados
teológicos, ni a los siglos de oro de las
diversas literaturas de las grandes lenguas
actuales. Comienzo con algo más cercano a nosotros: el pensamiento amerindio,
tanto el precolombino como el registrado
en los primeros años de contacto con el
colonizador europeo.
En la literatura náhuatl hay gran cantidad de ejemplos:
13
14 FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
Sobre la tierra, ¿acaso puedes ir en pos de algo?…12
La pregunta no puede ser más clara ni más apremiante, se quiere saber la
razón misma de nuestra existencia. Aunque circunstancialmente es cuestionable la capacidad del ser humano para llegar a un conocimiento verdadero:
¿Acaso hablamos algo verdadero aquí…?
Nadie habla aquí de verdad.13
Pero también se dan afirmaciones fuera de toda especulación:
No es verdad que vivimos,
no es verdad que estamos aquí en la tierra.
¡Yo tengo que dejar las bellas flores,
tengo que ir en busca del sitio del misterio!
Pero por breve tiempo
hagamos nuestros los hermosos cantos.14
Aquí ya no se trata de una pregunta, sino de un primer desconcierto acerca de una vida sorprendentemente corta, a cuyo final se impone ir tras el
misterio; en tanto, hay que cultivar bellas flores y entonar hermosos cantos.
Además se tiene la certeza de que la vida es irrepetible:
¿Acaso una vez más vendremos a vivir?
Tu corazón lo sabe así:
¡Sólo una vez venimos a la vida!15
En el Popol Vuh los formadores crearon a los hombres para tener quien les
rindiera culto y sumisión:
Y dijeron Huracán, Tepeu y Gucumatz…: “Hay que reunirse y encontrar los
medios para que el hombre que formemos, el hombre que vamos a crear, nos
sostenga y alimente, nos invoque y se acuerde de nosotros”.16
E hicieron a los hombres de madera, pero no tenían alma ni entendimiento:
12León-Portilla, M. (1979), La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes, Editorial IASA,
México, p. 57.
13Ibidem, p. 60.
14Garibay, A. (1979), La literatura de los aztecas, Editorial Joaquín Mortiz, p. 57.
15Ibidem, p. 53.
16Recinos, A. (1969), [Traducción, introducción y notas] Popol Vuh (1544), FCE, p. 28.
FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
[…]ya no se acordaban del Corazón del Cielo y por eso cayeron en desgracia.
Fue solamente un ensayo un intento de hacer hombres…
En seguida fueron aniquilados, destruidos y deshechos los muñecos de palo
y recibieron la muerte.17
Entonces se intentó de nuevo:
De tzité se hizo la carne del hombre, pero cuando la mujer fue labrada por el
Creador y el Formador, se hizo de espadaña. […]Pero no pensaban, no hablaban con su Creador y su Formador, que los habían hecho, que los habían creado. Y por esta razón fueron muertos, fueron anegados.18
Hasta que tuvieron éxito en su tarea:
A continuación entraron en pláticas acerca de la creación y formación de nuestra primera madre y padre. De maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne; de masa de maíz se hicieron los brazos y piernas del hombre. […]Y como
tenían apariencia de hombres, hombres fueron: hablaron, conversaron, vieron,
oyeron, anduvieron… Fueron dotados de inteligencia, alcanzaron a conocer
todo lo que hay en el mundo. […]Grande era su sabiduría. […]Y en seguida
acabaron de ver cuanto había en el mundo. Luego dieron las gracias al Creador
y al Formador: “En verdad os damos gracias dos y tres veces. Os damos gracias
por habernos creado”.19
Se ve claro el sentido del vivir propuesto por los sabios para del pueblo
maya-quiché: llevar una vida conforme a la voluntad de su Creador, darle
gracias y rendirle culto. Pero también la vida tiene una finalidad en el conocer y en el socializar.
En la literatura incaica encontramos elementos análogos:
En los siglos antiguos toda esta región de tierra que ves, eran unos grandes montes y breñales, y las gentes en aquellos tiempos vivían como fieras y animales
brutos, sin religión ni policía. […]Nuestro padre el Sol, viendo los hombres tales,
se apiadó y hubo lástima de ellos y envió del cielo a la tierra un hijo y una hija
de los suyos, para que los doctrinasen en el conocimiento de nuestro padre el
Sol, para que lo adorasen y tuviesen por su dios, y para que les diesen preceptos
y leyes en que viviesen como hombres en razón y urbanidad, y viviesen como
hombres racionales y no como bestias.20
17Ibidem,
p.30.
p.30. (El tzité es el fríjol de las vainas rojas del árbol de pito; la espadaña es una
planta herbácea que se usa para tejer petates.)
19Ibidem, pp. 104-106.
20De la Vega (Inca) G. (1606), “Comentarios reales”, citado en Tradiciones peruanas
(1986), Canoa Editores, San Salvador, pp. 78-79.
18Ibidem,
15
16 FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
Si se fuerza una síntesis entre los pensamientos azteca, maya e inca habría que indicar que para las
grandes culturas amerindias hay tres grandes sentidos de la vida: el primero es de naturaleza religiosa, pues religa al ser humano como criatura con
su Dios, en tanto que el Creador se acuerda del
hombre y es providente. Un segundo sentido es de
índole ontológica, con implicaciones epistemológicas: somos seres racionales, capaces de conocer
y destinados a interactuar con nuestro medio. El
tercero es claramente social, pues cada generación
de seres humanos tiene como misión contribuir a
edificar una sociedad más organizada y al servicio de los individuos que la integran. En éstas y en
otras sociedades, el encontrar y declarar un sentido
a la existencia no implica necesariamente actuar
en forma consecuente, según se puede apreciar.
Muchas son las respuestas de la Filosofía a lo
largo de su historia, a tal grado que se ha llegado
a sostener que la vida no tiene sentido, esto como
resultado de un desencanto radical. Incluso hay
opiniones idénticas o similares, que surgen y ceden
su lugar a otras para de nuevo aparecer. Veamos
algunas de ellas.
HENRY DAVID THOREAU: Ser filósofo no consiste en el mero formular pensamientos sutiles, ni siquiera en fundar una escuela… Consiste en resolver algunos
de los problemas de la vida, no en el ámbito teórico, sino en el práctico.
CONFUCIO: A los quince me dediqué en cuerpo y alma a aprender. A los treinta había plantado el pie firmemente sobre la tierra. A los cuarenta ya no sufría
ante las perplejidades. A los cincuenta sabía cuáles eran los mandatos divinos. A
los sesenta los escuchaba con oído dócil. A los setenta podía seguir los dictados
de mi propio corazón, pues ya no deseaba ir más allá de los límites del bien.
SIMONE DE BEAUVOIR: Declarar que la existencia es absurda es negar que se
le pueda dar sentido alguna vez; decir que es ambigua es afirmar que su significado nunca es el mismo, que constantemente ha de ser adquirido.
MARTIN BUBER: ¿Cómo podría existir el hombre si Dios no le necesitara y
cómo existirías tú? Necesitas a Dios para ser, y Dios necesita de ti, pues es éste
el significado de tu vida.
ZHUANGZI: El hombre sabio contempla lo inevitable y decide que no es inevitable… El hombre común contempla lo que no es inevitable y decide que es
inevitable.
FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
DALAI LAMA: Si contribuyes a la felicidad de otras personas, encontrarás el
verdadero bien, el auténtico significado de la vida.
JEREMY BENTHAM: La naturaleza ha puesto a la humanidad bajo el gobierno
de dos amos soberanos, el dolor y el placer. Son sólo ellos que señalan lo que
debemos hacer y quienes determinan lo que finalmente haremos.
ARISTÓTELES. La felicidad alcanza hasta donde llega la facultad de pensar, y
cuanto mayor sea la facultad de pensar de una persona, mayor será su felicidad.
BHAVAGAD GITA: Es mejor cumplir con nuestro deber, por defectuoso que
pueda ser, que cumplir con el deber de otro, por bien que uno lo pueda hacer.
THOMAS CARLYLE: Todo trabajo es noble; una vida de ocio no está hecha para
ningún hombre, ni hace ningún bien.
GOTTFRIED LEIBNIZ: Ningún hecho puede ser cierto y existir, ni ninguna afirmación verdadera, sin una razón suficiente para que sea así y no de otro modo;
aunque con mucha frecuencia estas razones permanecen ocultas para nosotros.
PLATÓN: El más alto objeto del conocimiento es la naturaleza esencial del Bien,
de donde procede todo el valor que otorgamos a todo lo bueno y correcto.
PITÁGORAS: El hombre que no sea dueño de sí mismo nunca será libre.
JEAN PAUL SARTRE: El hombre no es más que lo que hace de sí mismo. Éste es
el primer principio del existencialismo.
JUAN PABLO II: Muchas personas avanzan por la vida dando traspiés al borde
del abismo sin saber adónde van. A veces esto ocurre porque aquellos cuya
vocación es conferir una expresión cultural a su pensamiento ya no miran a la
verdad, puesto que prefieren el éxito fácil a la labor de investigar pacientemente
lo que hace que la vida merezca la pena.
FRIEDRICH NIETZSCHE: El hombre es el animal que se hace promesas a sí
mismo.
ALBERT EINSTEIN: Sólo es digna de vivirse una vida consagrada a los demás.
ALBERT CAMUS: Si los hombres no siempre pueden conseguir que la historia
tenga sentido, siempre pueden actuar de tal forma que sus propias vidas lo
tengan.
17
18 FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
LOGAN PEARSALL SMITH: El buscar sin desmayo una perfección inalcanzable,
es lo único que da sentido a nuestra vida.
EL TALMUD: No estás obligado a terminar tu obra, pero tampoco estás en libertad de renunciar a ella.
OG MANDINO: Sólo el hombre, a su modo, tiene la última decisión sobre
cómo vivir su vida.
Las diversas opiniones de los filósofos son otras tantas propuestas para cada
uno de quienes reflexionan sobre este tema. Nos indican posibles respuestas
para crear la propia y que íntimamente nos convence. Se puede coincidir
con grandes pensadores, o bien se puede
inaugurar una nueva respuesta. Lo que sí
queda claro es que el encontrarla nos permite dar orientación a nuestra existencia.
En el lenguaje coloquial, más cercano a
nosotros, antes que ser ingenieros, empresarios, médicos, astronautas, pedagogos, etc.,
somos hombres y mujeres que nos inquietamos —desde nuestra infancia— por nuestra
misión en el mundo, por el sentido de nuestra vida.
El sentido de la vida no es independiente de los contextos en los que cada uno de
nosotros llega a la vida, crece y se desenvuelve laboralmente. La mayoría de las familias en el mundo entero proponen algunas respuestas a sus hijos desde el ámbito
de sus más caros valores. La sociedad en la
que vivimos nos presenta la vida cargada
de significados desde la interpretación de
su propia cultura. Lo mismo proponen las
iglesias y las asociaciones a que se pertenece. Y, por supuesto, las organizaciones en
las que se trabaja contribuyen al proponer
misión, visión, valores y principios organizacionales. No es menos cierto que cada
quien debe decidir y conservar un equilibro
sano, con coherencia e integridad, entre lo
que el entorno quiere, sugiere y demanda, y
las propias convicciones. Lo que no se vale,
es pasar por la vida sin cuestionarse al respecto, sin hacer la respectiva elección, o sin proponerse vivir en consecuencia.
FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
LECTURA
La vida humana total
Luis José González Álvarez21
La vida humana total, (es) el bien moral por excelencia. […] ¿Cuál es la realidad trascendente, ese ideal, ese bien último que sustenta todos los bienes
inmediatos? Nosotros creemos que es la vida personal. La máxima aspiración
del ser humano, en cualquier época, cultura y religión, consiste en vivir. La
vida es aquello que todos defendemos por encima de cualquier cosa.
Ahora bien, ¿qué entendemos por vida? […] La vida humana es una vida
racional, la vida de un ser personal, con un sentido de realización singular
en un mundo de valores espirituales, con unas aspiraciones trascendentes,
con un deseo de felicidad total y de inmortalidad, con una conciencia de
fraternidad universal. La vida fisiológica, el bienestar material, y la salud
física, son apenas una dimensión del vivir humano en plenitud.
[…] La vida así entendida, como realización plena de todas las dimensiones que constituyen al ser humano en cuanto tal, es el máximo bien a que
podemos aspirar. A ella están subordinados todos los valores. […] Algunos
bienes son prioritarios para garantizar una vida digna, como son los bienes
que aseguran la subsistencia. Para quien no tiene asegurado el pan cotidiano, el pan constituye una aspiración prioritaria, aunque en sí mismo no sea
un bien muy elevado. A un pueblo que se debate por subsistir en medio de
la miseria, de poco sirve que le prediquen elevados ideales de vida.
El resultado de una vida plena es la felicidad. Si queremos alcanzarla,
tenemos que aprender a vivir como personas. ¿Cuáles son las posibilidades
y también las exigencias de una vida personalizada? […] Se hace necesario
intentar una descripción de la vida del ser humano en cuanto persona. La riqueza de facetas que presenta nuestra vida hace difícil cualquier intento de
describirla. Pero de su clarificación depende el que encontremos el camino
para la realización personal y para la liberación y el desarrollo social.
El ser humano se manifiesta como una potencialidad de orden superior
al nivel orgánico animal, producida por un mayor desarrollo y complejidad
del cerebro. Cada uno de nosotros percibimos esa potencialidad como un
núcleo de conciencia profunda que se autoposesiona y se responsabiliza de
todos nuestros actos. Dicho núcleo de conciencia, por denominarlo de alguna forma, se prolonga en diversas direcciones que constituyen las dimensio-
21González,
Luis José (2002), Ética, Editorial El Búho, Bogotá, pp. 78-80 y 85-99.
19
20 FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
nes de la vida personal. […] Nuestro propósito consiste en describirlas con
toda su potencialidad para poder identificar lo que sería la vida personal
perfecta, la plenitud de vida personal, tanto colectiva como individual.
Interioridad
Nuestra vida […] está dotada de una dimensión de profundidad que nos
permite ser conscientes no sólo de nuestros propios actos, sino de nuestro
mismo ser. No somos cosas, objetos que están ahí sin más, a merced de las
fuerzas y presiones de la naturaleza o la sociedad. Somos sujetos dotados
de una vida interior que nos invita a recogernos y renovar las fuerzas en la
interioridad del ser. Mientras el hombre viva perdido entre las cosas, totalmente distraído, alienado, sin vida interior, su existencia será inauténtica. La
perfección de la vida personal crece a medida que el hombre se diferencia
del medio y se recoge sobre sí mismo para autoimprimirse una vida de
conciencia y de autodominio. La meditación es el motor que impulsa el
desarrollo de esta dimensión profunda. Ella enriquece su mundo interior de
valores, ideales y consagraciones que se convierten en fuente de vitalidad
hacia el exterior.
Corporeidad
El que hayamos comenzado a presentar el ser personal por la dimensión
de la interioridad, obedece exclusivamente a que ella constituye la faceta
más relevante de la vida humana frente al mundo animal. La corporeidad
nos resulta más familiar por ser algo sensible y porque la sociedad contemporánea la ha valorizado, tratando de colocar en la satisfacción de sus
apetencias la fuente segura de bienestar. […] Debemos evitar dos deformaciones que trastornan frecuentemente el equilibrio que debe reinar entre
interioridad y corporeidad. La primera consiste en menospreciar nuestro
cuerpo, con todas sus tendencias y manifestaciones, como la parte degradante del compuesto humano. Según ella, lo que definitivamente tiene valor en el hombre es su alma, su espíritu, a cuyo cuidado debe dirigir todos
sus esfuerzos. La segunda deformación consiste en despreciar todo lo que
tradicionalmente ha sido vinculado al alma, al espíritu, a la vida interior.
En este caso se reduce la existencia humana a su animalidad, desconociendo o negando cualquier asomo de una realidad inmaterial constitutiva
de su ser. Ambas posturas son insostenibles debido a su reduccionismo.
El hombre es un ser vivo corpóreo, animado por la razón, que le confiere
una vida consciente, transformadora de todo ser corporal. […] Estamos
encarnados en la naturaleza desde nuestra concepción. Debemos luchar
con la naturaleza o en contra de ella para hacer de nuestra vida una vida
más humana, es decir, más confortable y digna. Y esto lo mismo nos obliga
como individuos que como pueblos.
FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
Comunicación
La persona no se realiza en el aislamiento. Desde que nacemos vivimos vinculados a un grupo y en él desarrollamos nuestras capacidades. La comunicación constituye una dimensión clave de la existencia humana. […] Cada
persona se encuentra rodeada de un mundo de personas, en el que puede
sentirse acogida o rechazada. A pesar de las doctrinas de amor desarrolladas
en el seno de las grandes religiones, el enfrentamiento y la violencia han
proseguido su desarrollo dentro de la vida social. […] La comunión sólo se
alcanza cuando se han adoptado una serie de actitudes que ponen a una
persona al servicio de otras. Es necesario comenzar por salir de uno mismo
y abrirse al otro. Luego se debe comprender al otro. Una vez comprendido
se le debe aceptar responsablemente, con todos sus valores y sus necesidades. Al mismo tiempo uno se da, entrega sin reserva su propio ser al otro. Y
finalmente se busca que la relación sea duradera, manteniendo fidelidad al
otro. Apertura, comprensión, aceptación, donación, fidelidad, constituyen
los actos básicos que perfeccionan el amor y sobre los que se edifica la
comunión entre personas.
Afrontamiento
La vida de la persona se caracteriza también por la capacidad de hacer
frente, reafrontar. Tanto la naturaleza como la misma sociedad ofrecen mil
obstáculos a su desarrollo. Sólo el que da la cara, que no vuelve la espalda a
los acontecimientos, alcanza la singularidad de su vida personal. Es el mismo esfuerzo por superar las dificultades lo que hace de cada persona un ser
singular, original frente a los demás. El hombre necesita responder a las provocaciones del medio. Unas veces las respuestas son afirmativas: consisten
en decir sí, en aceptar, en adherir. Otras veces son negativas: consisten en
decir no, en protestar, en rechazar. La elección puede ser de adhesión o de
ruptura. […] La fuerza interior crece poco a poco, a medida que la voluntad
se afirma una y otra vez mediante actos de decisión. La fuerza del afrontamiento se revela como una pasión indomable propia del hombre libre, por
la cual él se levanta y ataca en cuanto huele la amenaza de servidumbre o
degradación. La revuelta contra la domesticación, la resistencia a la opresión, el rechazo del envilecimiento constituyen un privilegio inalienable de
la persona humana.
Libertad
La libertad del hombre se explica por su racionalidad. Cuanto mayor sea su
capacidad crítica o lucidez de juicio, mayor y más eficaz será su libertad.
Esto no nos debe inducir a pensar que la libertad humana es ilimitada o
absoluta. […] Estas limitaciones no constituyen en ningún modo un empobrecimiento de la libertad. Cada opción concreta supone una renuncia y un
21
22
FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
compromiso. Aparentemente ellos reducen el campo de las posibilidades;
pero en realidad lo acrecientan: la persona habrá crecido en el ejercicio
de la libertad. […] El hombre libre no es el que rechaza todo vínculo que
lo comprometa. El verdadero hombre libre es aquel que responde, que se
compromete. Sólo así la libertad fortalece la unión, la responsabilidad y la
consagración de las personas.
Trascendencia
La vida de la persona está abierta y dirigida hacia realidades que la trascienden. El sujeto humano va adquiriendo año tras año la identidad como
persona, en un movimiento de autosuperación, orientado por la atracción
de realidades que no forman parte de su ser actual. Lo que permite al hombre no estancarse en un determinado modo de vida es su capacidad para
descubrir realidades superiores, por las que se siente atraído. Sin estas realidades, que le proporcionan nuevos horizontes de vida, su necesidad de
superación se crisparía sobre sí misma en una actitud de rumia masoquista
y destructiva. […] Cual sea el término de ese movimiento de trascendencia
o la realidad trascendente para el hombre, constituye otros temas de opción
personal. […] Para el hombre religioso la divinidad constituye su máxima
realidad trascendente. Hacia ella dirige su admiración y sus aspiraciones.
En ella sitúa el conjunto de cualidades que constituyen la perfección del ser en
cualquier orden. Esas mismas cualidades del ser perfecto, u otras similares,
son el ideal trascendente del hombre no religioso. Si prescindimos de la
creencia en Dios, el común denominador, tanto para el creyente como para
el no creyente, reside en las manifestaciones de perfección del ser.
Acción
La persona humana se realiza, finalmente, en y por la acción. La acción,
entendida en su sentido más amplio y comprensivo como actividad integral
del hombre o la fecundidad de su ser, es la mejor expresión del desarrollo
personal. En ese sentido, podemos decir que la existencia humana es acción
y que el grado de su perfección es proporcional a la perfección de su acción. Ahora bien, no cualquier acción contribuye al desarrollo del hombre.
[…] Su actividad puede perfeccionarlo o degradarlo. Depende de que en
ella se desarrollen con equilibrio todas las dimensiones del ser personal que
hemos venido analizando. El hombre que es consciente de ellas proyectará
su acción como un compromiso de perfeccionamiento propio y colectivo. Su
acción dejará de ser un distractivo o un medio penoso para conseguir el sustento diario y se convertirá en la expresión gozosa de toda su fuerza creativa. En otras palabras, su acción dejará de resultarle un elemento de opresión
para convertirse en el instrumento eficaz de su liberación y realización.
FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
EJERCICIO
Objetivo
Ayudarte a hacer un esfuerzo de reflexión muy personal para determinar
qué significado o razón le encuentras tú a la vida en general y, en particular,
cuál es el sentido de tu propia existencia.
Propuesta
Contesta con la mayor honestidad, y sin palabras complicadas, a por lo menos siete de las siguientes preguntas, respetando preferiblemente el orden
en que se plantean. Es correcto dar una primera respuesta provisional, y después mejorarla hasta obtener la definitiva. Para mayor precisión se requiere
que todo el ejercicio se haga por escrito.
Sugerencia
Comparte tus respuestas con tu maestro, un familiar, un amigo, un filósofo,
un profesional de las ciencias conductuales, siempre que sea una persona
que te inspire confianza y que no pretenda forzarte a pensar como él o ella
quisieran que lo hicieras.
Preguntas
1. ¿Cuánto vale para ti la vida, es decir, cuánto valoras el hecho de estar
vivo?
23
24 FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
2. ¿Cómo valoras tu modo de vida, dicho en otras palabras, la manera
habitual que tienes de vivir?
3. Con el transcurrir de los años, ¿si descubres enfoques más integrales o
que te apasionan más, crees que vale la pena revisar tus tradicionales
respuestas a estas dos preguntas?
4. Si tuvieras que asociar tres valores muy importantes al estilo de vida
que llevas, ¿cuáles serían?
5. ¿Qué tan bien te sientes actualmente contigo mismo(a)? ¿Estás consciente de cómo vives, o no acostumbras reflexionar sobre ello?
6. ¿Crees que tienes el control de tu vida o simplemente te dejas llevar
en la vida?
FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
7. ¿Cómo encajan los demás en tu vida? (Puedes distinguir entre quienes
son más especiales para ti y quienes lo son menos.)
8. Si tienes metas profesionales y laborales, ¿cuáles son?
9. Si tienes metas familiares o sentimentales, ¿cuáles son?
10. Si tienes metas de otro tipo, ¿cuáles son?
11. ¿Crees en Dios y en la trascendencia a una vida después de la vida?
25
Capítulo
3
Del conocer
al conocimiento
Si bien nuestro conocimiento comienza
en la experiencia, no por eso origínase
todo él en la experiencia.
E. Kant
La temprana necesidad del conocimiento
Desde los albores de la humanidad, no se tuvo tan sólo una
curiosidad por conocer, sino una verdadera necesidad de
ello. A medida que ésta cobraba conciencia de sí misma,
poco a poco fue comprendiendo que esta
necesidad estaba asociada a la sobrevivencia misma de la especie..
El instinto primario llevaba al Homo
sapiens del horizonte primitivo a satisfacer sus necesidades elementales como
cazador-recolector. El descubrimiento, y
posteriormente la fabricación, de las herramientas que le facilitaron las labores
de caza y recolección de frutos y hierbas
comestibles, fue un paso decisivo. Luego
vino la tarea de perfeccionar esos indispensables utensilios. Otro salto enorme
fue la domesticación del fuego, con la siguiente tarea de conservarlo y reproducirlo cada vez más fácilmente. Finalmente,
27
28 FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
vendría la domesticación de algunas plantas y animales, lo cual habría de
marcar la transición entre las sociedades nómadas y las primeras sedentarias.
Esto es una rápida descripción de un lento proceso de progreso desde
el puro y simple conocer, es decir, percibir, recordar y tratar de entender lo
que se tiene delante, hasta el conocimiento, como depósito del saber lo que
quiero o necesito saber, que abarcó miles de años. En éste hay dos elementos
fundamentales, de los cuales es necesaria su presencia: la observación y la
experimentación. Sólo así puede explicarse todo este avanzar en el dominio
del entorno. Hubo que observar la consistencia y forma de las rocas para determinar cuál podría ser la herramienta de mejor calidad. Y se tuvo que hacer
múltiples experimentos para finalmente escoger el material más resistente, así
como la empuñadura más adecuada o la técnica de ataque más eficaz.
Luego aparece otro elemento característico de los procesos cognoscitivos, al igual que los dos anteriores: la representación. Ciertamente las
primeras representaciones fueron cerebrales, aunque no se tuviera plena
conciencia de qué cosas fuesen esas imágenes mentales o aun las más abstractas ideas del cazador. En tales actividades, la memoria era ampliamente
exigida, hasta que un día a alguien se le ocurrió crear representaciones
pictóricas que ayudaran a ese afán. De esa forma, el relato de una escena
de caza queda grabado en la pared de una caverna. Se socializa aún más la
comunicación, ya iniciada con el habla. Y con los primeros petroglifos se va
cimentando los primeros pasos de la escritura.
El ser humano descubrió, además, que entre más se adentraba en el conocimiento de la naturaleza, mayores se revelaban los campos por conocer
y que, entre más ampliaba su conocimiento, más vasto se le hacía el horizonte por conquistar, iniciándose así un proceso de carácter prácticamente
infinito. Y habiendo asociado correctamente que el conocimiento de las
cosas le facilitaba las actividades cotidianas, sintió la necesidad de ampliar
la esfera de sus conocimientos. En este intento abandonó parcialmente el
sentido común para abrazar otras formas de apropiarse del mundo, lo que
no siempre produjo los más felices resultados.
Diversas formas de apropiación de la realidad
El sentido común, fruto de la cotidianidad, permite acceder al conocimiento
ordinario. Por la experiencia acumulada pronto se entendió que un golpe
dado con un palo en la cabeza, inmediatamente sería seguido por un gran
dolor; que entre más inclinado era un terreno, era más difícil caminar en él;
y que, a pesar de la montañas, el paisaje parecía extenderse en un plano
indefinido. Hoy comprendemos que el sentido común no podía darnos, de
primera intención, la idea de una Tierra esférica.
La imaginación permitía anticipar lo que podía ser o suceder, en base
a la experiencia y el sentido común. Pero se empezó a escuchar más a la
imaginación que a lo comprobado, por lo que se cayó en el terreno fantás-
FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
tico del mito, aunque no exento de cierta lógica. Así, el fuego del volcán
era explicado por un ser que atizaba una enorme fragua en las entrañas de
la Tierra. Una deidad, con su carro de fuego, aparecía todas las albas por
el Este, y se retiraba al ocaso por el Oeste, dando lugar al ciclo del día y
de la noche. No obstante, el mito tiene en el fondo el mismo propósito de
la ciencia, pues trata de explicar cómo funciona el mundo natural al igual
que el social. En efecto, hay mitos de conducta, que al mostrar los castigos a
que fueron sometidos quienes se apartaron del orden social prescrito, o las
recompensas obtenidas por quienes lo siguieron, indicaban claramente un
camino moral al pueblo.
El término mito significa “decir o narración”, y generalmente se le identifica
como fábula, engaño, ilusión, etc., este significado es de larga tradición, puesto
que fue introducido por el racionalismo griego cuando llevó a cabo su crítica
demoledora contra la mitología clásica.22
La magia, por su parte, manifiesta el mismo propósito de la tecnología, ya que
trata de dominar las fuerzas de la naturaleza y las de la sociedad para ponerlas
a su servicio. Es válido el intento de sustraerse a la gravedad, o evitar que la
enfermedad acabe con un ser querido, o desear el amor recíproco de la mujer
amada. Pero el camino del mago es limitado e inadecuado: se pretende ganar
la partida mediante conjuros y ritos no proporcionados al objeto perseguido.
Pero sin gente dedicada al mito y a la magia no habríamos llegado aún al conocimiento científico y al desarrollo tecnológico que por ahora tenemos.
A través de la magia el ser humano ya no se siente a merced de las fuerzas naturales, ya que el mago cree efectivamente que puede lograr determinados fines, e
incluso provocar algunos fenómenos naturales como, por ejemplo, hacer llover
mediante su voluntad, la que puede verse favorecida obteniendo el apoyo de
seres sobrenaturales. Tales prácticas son llevadas a cabo por medio de complicados ritos, los que para ser efectivos deben realizarse repitiendo ciertas frases
y observando ciertas reglas en un orden que no puede variar.23
Ni el mito ni la magia han desaparecido. Además de que aún hay en nuestros
días poblaciones al margen de la civilización, en ésta viven no sólo gente
sencilla y crédula, que transmite oralmente viejas creencias, sino que hasta
profesionales, políticos, estudiantes y otros, rinden culto a numerosas supersticiones, consultan adivinos, encargan “trabajos” a brujas y hechiceros,
actúan guiados por el horóscopo, la cartomancia o el vudú, evitan los gatos
negros y eligen hoteles que han hecho desaparecer como por encanto el
piso decimotercero. Otros buscan saberes esotéricos, algunos de los cuales
22Mondragón, V.
et al., comp. (2006), Filosofía, antología comentada, UNAH, Tegucigalpa, p. 5.
23Álvarez de Bittner, María Cayetana (1986), Filosofía, SUED-EDUNAH, Tegucigalpa, p. 37.
29
30 FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
son fruto de conocimientos milenarios, capaces de generar nuevos rumbos
científicos, mientras que otros se enraizan en creencias quizá atractivas pero
sin ninguna posibilidad de ubicarse en el camino de la racionalidad.
Una mención especial merece la religión. En ella encontramos maneras
de entender la realidad circundante, aunque también la trascendente por el
hambre de inmortalidad que aqueja al ser humano desde siempre. Algunos
enfoques emparentan a la religión con una u otra forma de apropiarse la realidad, ya que hay religiones mítico-mágicas; pero también se encuentran religiones con teología y con revelación, tales como el judaísmo, el cristianismo
o el islam. En estas últimas, la creencia en Dios no lleva a la divinización de
las fuerzas de la naturaleza, no se descarta la actividad científica y más bien
se emplea la razón humana para analizar la coherencia del dogma en la actividad teológica. Además, la revelación es indicativa de un Dios que sale al
encuentro de sus criaturas, en lugar de ser el producto de ellas, como en el
caso de las religiones mítico-mágicas. En otras palabras, se constata que la
mayoría de los creyentes y practicantes de las religiones teológicas no descartan una apropiación racional del mundo. No obstante, hay dos fenómenos
que contrastan con ello: por una parte, la ignorancia religiosa, que hace que
junto con la fe se den un sinnúmero de prácticas mítico-mágicas entremezcladas; por otra, se registra un avance del fundamentalismo religioso, capaz de
presentar batalla a los logros de la ciencia y la tecnología en nombre de una
interpretación literal, antihistórica y desculturizada de sus textos sagrados.
El enfoque actual de numerosos líderes religiosos ha superado el viejo
antagonismo entre fe y razón.
Una simple mirada a la historia antigua muestra con claridad cómo, en distintas
partes de la Tierra marcadas por culturas diferentes, brotan al mismo tiempo
las preguntas de fondo que caracterizan el recorrido de la existencia humana:
¿quién soy?, ¿de dónde vengo y a dónde voy?, ¿por qué existe el mal?, ¿qué hay
después de esta vida? Estas mismas peguntas las encontramos en los escritos
sagrados de Israel, pero aparecen también en los Veda y en los Avesta; las encontramos en los escritos de Confucio y Lao-Tse y en la predicación de los Tirthankara y de Buda; asimismo, se encuentran en los poemas de Homero y en las
tragedias de Eurípides y Sófocles, así como en los tratados filosóficos de Platón
y de Aristóteles. Son preguntas que tienen su origen en la necesidad de sentido
que desde siempre acucia el corazón del hombre. De la respuesta que se dé a
tales preguntas, en efecto, depende la orientación que se dé a la existencia.
La Iglesia, por su parte, aprecia el esfuerzo de la razón por alcanzar los
objetivos que hagan cada vez más digna la existencia personal. Ella ve en la
filosofía el camino para conocer verdades fundamentales relativas a la existencia del hombre. Al mismo tiempo, considera a la filosofía como una ayuda
indispensable para profundizar la inteligencia de la fe y comunicar la verdad del
Evangelio a cuantos aún no la conocen.24
24Juan
Pablo II (1998), Fides et Ratio, Carta Encíclica, El Vaticano.
FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
El conocimiento racional, propio de la
filosofía y de las ciencias, es el modo
de apropiación de la realidad que debemos considerar hoy en día como verdadero conocimiento. Cuanto se hable
de aquí en adelante del conocimiento
pertenece a este orden racional. Ello no
significa, por supuesto, que se descarten o minimicen los aportes históricos
de las otras formas de apropiación o
que se desconozca su presencia en la
sociedad de hoy, así como el valor que
a cada una de ellas corresponde.
En efecto, encontramos, por ejemplo, mil formas en que se manifiestan
magias y mitos contemporáneos, que van desde arraigadas prácticas supersticiosas, hasta formas más sofisticadas que, arrogantemente, se autodenominan filosóficas o científicas, aunque claro está, habrá que admitir que la
racionalidad no es el único camino transitable para el ser humano.
Pero el camino de la racionalidad es por cierto antiquísimo. No resulta fácil al pensamiento contemporáneo conceder a los pueblos primitivos
la capacidad —o tan siquiera la posibilidad— de romper, parcialmente al
menos, con el mito, la magia y el sentido común, para instaurar un pensamiento incipientemente sistemático. Lienhart (1953) trazaba una línea de
separación entre nuestras formulaciones y las del hombre primitivo, ya que
nosotros “pensamos acerca del pensamiento” y el primitivo no.25
Criticando esa forma de pensar, Radin (1968) escribía:
Creo que mucho yerra Lienhart […]por creer que la necesaria reflexión elaborada y sistemática sobre el pensamiento mismo no pudo haberse realizado a
falta de un método para conservar los pensamientos, reflexiones, demostraciones
de verdad y falsedad, etc., a través de una larga lista de pensadores; es decir,
a falta de escritura. A prima facie no hay nada en las civilizaciones primitivas
que impida las tentativas de reformulación filosófica. Existen en ellas individuos
de temperamento filosófico, las lenguas son adecuadas, la estructura social no
pone obstáculos en el camino. Dado que los pueblos aborígenes no conocían la
escritura, toda la información se recogía oralmente. Y personas extrañas —misioneros, viajeros, etnógrafos— indujeron a los indígenas a proporcionarla (y la
pusieron por escrito).26
25Lienhart,
G. (1953), Modes of Thought in Primitive Society, Blackfriars, Oxford, pp.
269-278.
26Rodin, Paul (1968), El hombre primitivo como filósofo, EUDEBA, Buenos Aires, pp. 27-28.
31
32 FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
En otro orden de ideas, tres tópicos fundamentales han interesado a los
filósofos sobre el conocimiento: su posibilidad, naturaleza y origen.
Posibilidad del conocimiento
Una de las preguntas que se ha hecho la filosofía a lo largo de su historia
es la de si el conocimiento es posible. Pareciera que está fuera de lugar,
pero tiene su lógica. Al observar que las cosas cambian, ya sea por aparecimiento, nacimiento, crecimiento, movimiento o desaparecimiento, caben
las preguntas: ¿cómo conocer realmente las cosas, si hoy está de un modo
y mañana de otro?, ¿se puede afirmar algo con certeza de ellas si están en
permanente cambio?
Se han dado numerosas respuestas, según se resume:27
DOGMATISMO (Presocráticos). Exagerada confianza en la razón humana. El
conocer no es problema.
IDEALISMO (Platón). Es posible llegar al conocimiento superando el mundo
sensible; concentrándose en las esencias y no en las apariencias.
ESCEPTICISMO (Pirrón, Arcesilao, Sexto Empírico). Imposibilidad de formular
juicios.
RELATIVISMO/SUBJETIVISMO (Protágoras, sofistas). No hay verdades absolutas, la verdad depende del sujeto (subjetivismo) o de las cualidades del objeto
(objetivismo).
CRITICISMO (Aristóteles, Descartes, Kant). El conocimiento es posible, pero hay
que fundamentarlo críticamente.
PRAGMATISMO (Nietzche, James, Dewey). Se conoce, pero la verdad es práctica, útil o valiosa.
FENOMENOLOGÍA (Husserl). Se puede conocer mediante un proceso de depuración para llegar a la cosas mismas, a las esencias. Sujeto contemplativo.
FILOSOFÍA DE LA PRAXIS (Antonio González). Realismo consciente, dialéctica
entre sujeto y objeto.
Sin desconocer la importancia de cada una de estas posturas, me parece
que el estado actual de las discusiones filosóficas y sobre todo científicas se
ubican sin mayores sobresaltos en el Criticismo.
27Cfr.
Mondragón, V. et al., (2006), op. cit., p. 93.
FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
Origen del conocimiento
Una segunda cuestión que ha interesado a los filósofos de todos los tiempos
fue acerca del origen del conocimiento. O lo que es lo mismo: ¿dónde comienza?, ¿qué es lo que lo desencadena?, o ¿ acaso son las ideas eternas? Se
tuvo claro que en todo esto la razón y los sentidos deberían de desempeñar
algún papel importante.
Se han dado numerosas respuestas, según se resume:28
REMINISCENCIA (Sócrates, Platón). El alma recuerda las ideas previamente
contempladas en el mundo de las ideas. Es necesaria una estrategia para ello:
la mayéutica.
INTELECTUALISMO (Aristóteles, santo Tomás). Los sentidos suministran el material que ha de ser pensado. Las ideas tienen fundamento en la realidad.
RACIONALISMO (Descartes, Espinoza, Leibniz). El origen del conocimiento
está en la razón. Las cosas no son como son en sí mismas sino como las pensamos.
EMPIRISMO (Hobbes, Locke, Berkeley, Hume). La fuente del conocimiento está
en la experiencia y en los sentidos. El conocer es un fenómeno sensible.
APRIORISMO (Kant). El conocimiento surge por síntesis entre los datos aportados por la experiencia y la estructura a priori del sujeto.
CONSTRUCTIVISMO (Piaget, Vigostky, Bruner, Cole). Los conocimientos son
construidos por cada individuo, en base a sus experiencias de aprendizaje.
Podemos sentirnos cómodos con la perspectiva intelectualista, tanto
como con la constructivista.
Naturaleza del conocimiento
El tercer gran tema de los teóricos del conocimiento es el referido a su naturaleza. Algo así como preguntarse: ¿de qué está hecho el conocimiento?, o
bien ¿qué debemos entender por conocimiento?
Se han dado numerosas respuestas, según se resume:29
REALISMO (Aristóteles, santo Tomás). Conocer es reproducir la realidad. Los
objetos tienen existencia independientemente del sujeto que los conoce.
28Cfr.
29Cfr.
Mondragón, V. et al., (2006), op. cit., p. 96.
Mondragón, V. et al., (2006), op. cit., p. 84.
33
34 FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
IDEALISMO (Berkeley, Fichte, Schelling, Hegel). Confusión de lo real con lo
percibido. Lo real es creación del espíritu. Ruptura con el plano real objetivo.
Conocer es actividad del sujeto.
POSITIVISMO (Comte, positivistas, neopositivistas). Prevalece el objeto cuantificable y verificable frente al sujeto. Lo objetivo garantiza la verdad.
CONSTRUCTIVISMO y DECONSTRUCTIVISMO (Guba, Lincoln, Foucault, Dérrida). Conocimiento no es descubrimiento sino construcción. Se reivindica la
identidad del sujeto, con sus pensamientos, afectos, valores, conductas y productos simbólicos.
El realismo y el constructivismo son capaces de reunir una mayoría de opiniones en nuestros días con otras
posturas fuertemente representadas.
Generalización del conocimiento
El conocimiento riguroso fue en la antigüedad patrimonio de pocos: filósofos, científicos, médicos, matemáticos y arquitectos. Con la instrucción pública, la cantidad
y variedad de científicos, la globalización y las comunicaciones, hace que la universalización sea un hecho,
pese a sus contradicciones internas.
Aun así, tal parece que el conocimiento no está resolviendo las ingentes necesidades del hombre de hoy.
No. Los tiempos no han llegado a la mayoría de edad. Precisamente no, porque
las dos cosas que parecían condición suficiente (la ciencia desarrollada y la
abundancia en la producción) no han logrado eliminar los disparates sociales
que día a día nos toca sufrir. Las matanzas entre los pueblos, las hambrunas actuales en lugares precisos del planeta, cuando todos sabemos que hay alimentos
suficientes, son sólo dos ejemplos, entre otros, que dan fe de esta situación. Y,
sin embargo, estamos hoy, a pesar de estos horrores, más cerca de las etapas
soñadas que hace 200 años. Aunque sólo sea porque el mundo malgré lui, ha
generado relaciones, dimensiones, riqueza, posibilidades inéditas, que podrían
servir de cimiento sobre el quehacer, lo que hasta ahora sólo soñado: que haya
pan, paz y justicia de verdad, esto es, simplemente para todos.30
30Serrano, Augusto (1995), La aventura del conocimiento, Colección LOGOS, Ed. BCH,
San Miguel de Tegucigalpa, pp. 362-363.
FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
LECTURA
El sentido común
Wartofsky, M. (1968)31
Gran parte de nuestro conocimiento es saber práctico: se refiere, con los
pies muy en el suelo, a cómo hay que hacer las cosas, cómo se alcanzan
los objetivos y cómo hay que actuar en situaciones corrientes. Este conocimiento “de sentido común” es común porque es de esperar que cualquiera
lo posea, y constituye, por tanto, un cuerpo de verdades familiares y ubicuas
que apenas se articulan con vistas a la reflexión crítica por lo frecuentes que
son y lo bien atrincheradas que se encuentran en el comportamiento y en el
lenguaje práctico. Es cierto que gran parte de él se expresa en la literatura
de un pueblo, así como en su acervo de máximas y técnicas. […] Pero el
contenido de sentido común de este patrimonio se asimila de tal manera
que pasa a formar parte del entendimiento tácito: sus “verdades” son obvias,
se dan por sentadas y sobre ellas no se reflexiona, aunque se encuentren incorporadas en forma lingüística y se expresen en el lenguaje ordinario de los
hombres como dichos proverbiales, giros lingüísticos o remedios caseros.
Lo característico de tal conocimiento de sentido común es que no es ni
explícitamente sistemático ni explícitamente crítico. […] Es a grandes rasgos
completo y se encuentra listo para su utilización inmediata, como corresponde a la propiedad común de una cultura, al conjunto de previsiones
certeras referentes a lo que todo el mundo debiera saber de las actividades
corrientes y básicas de la vida cotidiana, y en consecuencia proporciona
previsiones seguras en materia de actividad humana. Las funciones que desempeña posibilitando del trabajo ordinario y la vida social, y delimitando la
aleatoriedad y el peligro en la acción, son de importancia inapreciable.
El sentido común no es ni tan invariable ni tan universal como para no
cambiar según los entornos y periodos históricos. El sentido común de una
generación resulta ser, a veces, el sin sentido de la generación siguiente; en
otros tiempos era de sentido común cerrar las ventanas al pernicioso aire
nocturno; actualmente es de sentido común mantener las habitaciones bien
ventiladas por la noche.
[…] En defensa del sentido común cabe decir que se forma lenta y
cuidadosamente, que se ensaya de modo eficaz en áreas de la más amplia
31Wartofsky, Marx W. (1968), Introducción a la filosofía de la ciencia, Alianza Editorial,
Madrid.
35
36 FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
experiencia común, que su núcleo ha estado formándose durante quizá un
millón de años y que constituye la condición de la sociabilidad y de la comunidad en los aspectos prácticos de la vida y el trabajo.
[…] La creencia de sentido común se toma, con toda la (inconsciente)
buena fe, como indudable; y el mero desafío a tal fe se considera como
inconcebible, o como una señal clara de la irracionalidad o de la extrema
idiotez del desafiador. Por eso Pierce (1955) ha caracterizado al sentido
común como acrítico por su propia naturaleza, y es aquí donde el sentido común, con toda su amplitud y potencia inductiva, se separa del pensamiento
científico y del análisis filosófico, que son críticos por naturaleza.
FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
EJERCICIO
Objetivo
Profundizar críticamente la capacidad de pensar y el desarrollo del conocimiento, valorando su función, sus límites y dificultades.
Propuesta
Contesta con la mayor honestidad y sin palabras complicadas a por lo menos siete de las siguientes preguntas. Es correcto dar una primera respuesta
provisional, y después mejorarla hasta obtener la definitiva. Para mayor precisión se requiere que todo el ejercicio se haga por escrito.
Sugerencia
Comparte tus respuestas con un maestro, un familiar, un amigo, un filósofo,
o una persona que te inspire confianza y que no pretenda forzarte a pensar
como él o ella quisieran que lo hicieras.
Preguntas
1. ¿Has dudado de tu capacidad de pensar?
2. ¿Cuál es para ti la mayor ventaja de poder conocer?
3. ¿Sabes qué te interesa conocer más y qué menos?
37
38 FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
4. ¿En quién confías más, en tu mente o en tus sentidos?
5. ¿Te inclinas a la magia o a la superstición?
6. ¿Qué papel representa para ti la religión?
7. ¿Ahora que eres universitario, sigues empleando tu sentido común?
8. ¿Te sientes cómodo con el pensamiento crítico?
9. ¿Cuál es tu principal dificultad de aprendizaje?
10. ¿Crees que el conocimiento pueda resolver los diversos problemas de
la sociedad mundial actual?
Capítulo
4
Filosofía, ciencia
y método
La obra de la ciencia no
es nunca definitiva.
E. Cassirer
El conocimiento científico
Desde la antigüedad diversos pueblos y culturas aprendieron
tempranamente la diferencia entre el saber común y el conocimiento científico, lo cual no quiere decir que todo lo que
la antigüedad consideró ciencia deba hoy ser considerado
como tal. La ciencia, como todo producto humano, es fruto
de un proceso de perfeccionamiento. Si
bien en varias épocas se ha creído haber llegado a decirlo todo en un campo
determinado (“el fin de la física”, “el
fin de la historia”), se acepta hoy como
algo lógico y necesario la temporalidad
o, por decirlo de una mejor manera, la
transitoriedad y provisionalidad de los
paradigmas científicos.
Por “ciencia” entendemos un conocimiento riguroso, posible gracias a
una metodología que ha de seguirse
estrictamente y que se expresa en conceptos y leyes científicas, o, como sue39
40 FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
le decirse, en teoría científica. Los griegos distinguieron bien entre la “dóxa”
(δóχα) —la opinión— y la “epistéme” (επιστη′με) —conocimiento conceptual—. No es menos cierto que se trata de una generalización, pues en
estricto sentido, con independencia del idioma utilizado, no hay “ciencia”,
sino “ciencias”. Cada ciencia es un abordaje especializado a un segmento
de la realidad. La filosofía en cambio mira la generalidad, es decir, lo común
de todas ellas, su raíz o fundamento, por lo que desarrolla una filosofia de
la ciencia. Examinemos esto más detenidamente.
Grandes aportes han hecho a la filosofía de la ciencia pensadores de la
talla de Popper, con su teoría de la falsación; o de Kuhn, con la provisionalidad de los paradigmas científicos, abonando con ello el pensamiento crítico y precaviendo en contra de los dogmatismos en las ciencias. Tal parece
que a partir de estos postulados los filósofos podrían tener cada vez menos
trabajo. Pero,
“[…]mientras haya filósofos de la ciencia empeñados en enfundar a ésta en intolerables corsés de hierro —filósofos que ayer eran metafísicos, hoy positivistas
y mañana quién sabe— …quienes deseen entretenerse en arrancar de la filosofía la mala hierba del dogmatismo tendrán trabajo asegurado para largo”.32
Cada ciencia objetiva la realidad desde el punto de vista que le es propio o
específico. Consideremos un río caudaloso, un físico podría ver en él una
energía potencial que, con ayuda de ingenieros electricistas, podría convertirse en energía cinética y ser aprovechada en forma de energía eléctrica. Un
biólogo vería tanto en el río como en su cuenca un determinado nicho ecológico, hábitat natural de especies de varios reinos bióticos, que con ayuda
de naturistas y ecologistas hay que preservar. Un administrador de empresas
turísticas captaría de inmediato el potencial del lugar que, con ayuda de
inversionistas, arquitectos e ingenieros civiles, puede convertirse en lugar
de esparcimiento para unos y generación de empleo y de riqueza para otros.
Un químico estaría interesado en examinar esta agua y determinar su pureza, su eventual contaminación y sería capaz de proponer, con auxilio de
limnólogos y microbiólogos e ingenieros hidráulicos, su aprovechamiento
para el consumo humano. Un teólogo establecería de inmediato una conexión entre esta agua y el bautismo, y recordaría numerosas referencias
bíblicas al agua como elemento purificador y restaurador. Y se trata, no hay
duda, del mismo río.
Durante mucho tiempo, en particular desde mediados del siglo XIX hasta
finales del XX, se propuso aceptar como ciencias únicamente a las llamadas
“ciencias positivas”; es decir, a las comprobables empíricamente, de preferencia con instrumental matemático. Se pretendió llegar a una máxima objetivación, excluyendo cualquier contaminación subjetiva, como si la ciencia no
32Maguerza, Javier (1973), Introducción a Lakatos, I. y Musgave, A. (1975), La crítica y el
desarrollo del conocimiento, Grijalbo, Barcelona.
FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
fuese también un producto humano. No es menos cierto que con frecuencia
las llamadas “ciencias sociales” incurrían en innecesarios vicios especulativos
y en falta de rigor y exactitud. Hoy en día se tiende a reconocerle a ambas su
“estatus” científico, siempre y cuando sigan un método preciso, reconociendo que el objeto de estudio de las ciencias naturales tiene un comportamiento
regular o constante, sin perjuicio de los enfoques relativistas; mientras que el
objeto de estudio de las ciencias sociales, siendo en última instancia el ser humano, tiende a comportarse en forma distinta, tanto a nivel individual como
colectivo, por el sólo hecho de estar dotado de voluntad.
A comienzos del siglo XXI se constata que se ha establecido una sociedad de la información y de la comunicación. El Homo sapiens actual puede
ser denominado “homo reticularis”33 por estar contextualizado por un sinnúmero de redes y relaciones. Por ello mismo se está convirtiendo en un
anacronismo hablar de países periféricos, al menos desde el punto de vista
de la información. Un estudiante de Centroamérica, por ejemplo, tiene prácticamente el mismo acceso a fuentes del conocimiento que sus coetáneos
de Nueva York, Madrid, París, Nairobi, Beijing, Sydney o Santiago, aunque
requiere del dominio de idiomas y un conocimiento tecnológico elemental.
La diferencia estará en lo que hagamos de esta información. Procesada mediante herramientas del pensamiento crítico puede abrirnos las puertas a la
sociedad del conocimiento, en la que el presente siglo pretende convertir a
la humanidad. Habrá que aprovechar —o fabricar— las oportunidades.
Una sociedad del conocimiento será también una sociedad de alta
tecnología, puesto que ésta es consecuencia natural de la ciencia. Aquí se
impone una visión desde la filosofía, concretamente desde la ética, pues
importa que toda esta ciencia y tecnología estén al servicio del desarrollo
humano sostenible, equitativo y solidario, mas no a merced de la dominación, la destrucción o la muerte.
La filosofía y las ciencias
Quedó establecido que las ciencias tienen un interés y una visión diferenciada al abordar el conocimiento e interpretación de la realidad. La filosofía, por el contrario, no se interesa en tal o cual segmento o particularidad de
la realidad, sino que se pregunta: ¿qué es la realidad? Cada ciencia formula
un conjunto de hipótesis, leyes y conceptos en base al método que le es propio. Toca a la filosofía preguntarse: ¿cómo formular una buena hipótesis?,
¿cómo se establecen las leyes científicas?, ¿qué es un concepto? y ¿cuál es
la importancia y naturaleza de los métodos científicos?
Es propio de la filosofía buscar la totalidad, vale decir, una visión global o de conjunto de las cosas, indagar sobre los elementos comunes. Le
33Cfr. Echeverría, C. (1992), “La educación del Homo reticularis”, en Paradigma, núm.
11, marzo, p. 38.
41
42 FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
interesa buscar el sentido y el contexto de los seres. En primer lugar se
preocupa por la propia existencia humana, lo que somos, el significado de
nuestra vida y de nuestra vocación social. Se interesa por su interior, saber
cómo se piensa, cómo se conoce, cómo estar seguro de llegar a la verdad.
Indaga también acerca de la conducta humana, cómo comportarse adecuadamente a nivel personal y colectivo, tanto en el ámbito profesional como
empresarial. Se interesa por productos humanos muy concretos y establece,
además de una filosofía de la ciencia, del arte, derecho, de la historia, de la
educación, de la religión, de la política, etcétera.
La filosofía da, a la postre, una visión generalizada, integradora e integral del universo, el hombre y la sociedad, penetrando en causas y efectos,
en naturalezas y contextos, en comportamientos y en prospectivas.
Históricamente, la filosofía ha tenido un interés focalizado. En la primera etapa griega el énfasis se le dio a la reflexión sobre la naturaleza, en
la época de oro de la Filosofía Ática el interés se centró en el ser humano.
Con los estoicos y epicúreos se enfocó en la ética. Los neoplatónicos se preocuparon por el mundo de las ideas. La patrística primero y la escolástica,
luego, reflexionaron primordialmente sobre la intervención de Dios en el
mundo, así como la relación entre fe y razón. El empirismo habría de hacer énfasis en el conocimiento experimental, mientras que el racionalismo
debe su nombre a su afán por indagar en el mundo de la razón. La crítica,
el pensamiento positivo, la existencia humana, el conocimiento lógico, la
sociedad, la vida, el lenguaje y hasta la sinrazón han sido temas preferentes
de estudio de las distintas escuelas.
A modo de simplificación, podría decirse que son tres los temas explorados por las diversas filosofías: el ser, el conocer y el actuar, todos referidos
al ser humano en sus dos entornos: el natural y el social.
El método
Vale la pena recordar las dos raíces griegas de esta palabra para descubrir su
función: metá (μετά) “a través” y odós (οδός) “camino”. En efecto, el método es el camino a través del cual llegamos a una conclusión, o para decirlo
mejor, a la verdad, pues tal ha de ser la pretensión tanto del científico como
del filósofo.
En el método científico se encuentra precisamente la garantía de que
llegamos a comprobaciones ciertas, con tal de que haya sido seguido fielmente. De la variedad de objetos científicos se deriva la diversidad en la
naturaleza de las ciencias y, por tanto, los distintos métodos científicos que
le convienen a cada una de ellas. Podemos hablar de métodos matemáticos
de naturaleza diferente a los de la biología, y más distantes aún de los concernientes a la psicología, medicina o derecho. Otro tanto ocurrirá con los
diferentes métodos que usan o han usado los filósofos.
No obstante, es posible determinar algunos elementos comunes, aunque no siempre son aplicados integralmente o en el mismo orden en las di-
FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
versas disciplinas. Se parte de la percepción de que hay un problema o bien
algo interesante que investigar o analizar. Al llegar a este nivel conviene
que el investigador describa con claridad la tarea que se ha propuesto. Aquí
también se delimita el alcance de lo que va a estudiar, es decir, desde qué
perspectiva teórica, en cuántos individuos, bajo qué condiciones.
El método científico es nada más que un procedimiento controlado, ordenado
por medio del cual llegamos a saber plantear problemas científicos... El punto
de partida del método científico está en saber formular problemas: se parte
siempre de un examen detenido de los hechos, es decir, de un cuerpo de conocimientos. Dentro de esos hechos se descubre alguna incoherencia o dificultad.
Se busca entonces formular esa incoherencia a nivel del problema. Luego viene
la invención de hipótesis centrales, es decir, suposiciones o conjeturas acerca
de los nexos entre los distintos fenómenos; formuladas las hipótesis se les busca
bases tanto racionales como empíricas. Se ponen las hipótesis a prueba […] se
clasifican y ordenan los datos, se levantan estadísticas. Se contrastan las hipótesis con los resultados obtenidos hasta elaborar nuevos conocimientos.34
Un paso importante de la ciencia es la elaboración de hipótesis. Me gusta definir una hipótesis como una sospecha científicamente documentada;
sospecha plausible de que las cosas discurran de tal o cual manera, y científicamente documentada, pues no se trata de corazonadas o de intuiciones,
aunque estas últimas han acortado, no pocas veces, el camino del científico.
Estas hipótesis indican una ruta que se ha de seguir sin apartarse de ella,
sin despreciar descubrimientos sobre otros tópicos que puedan hacerse en
el intento. En efecto, no pocas veces al indagar sobre un asunto se llega a
descubrimientos imprevistos, y no pocas veces de gran valor.
La hipótesis no es más que una salida tentativa de aclaración entre dos variables y que es posible comprobarla a nivel de la experiencia. Es una solución
provisional, posible, ante el problema que se ha planteado. Para ello habrá que
mostrar la verdad o falsedad de dichas hipótesis. […] La hipótesis es siempre
un “supuesto”, premisas que se utilizan con una gran probabilidad de explicar
adecuadamente un fenómeno o problema; sólo el proceso demostrativo o de
verificación nos dirá si eran objetivas o estaban mal planteadas.35
Las herramientas de procesamiento de la información suelen ser de carácter
estadístico, tanto en ciencias naturales como sociales. Ello no ha de impedir
valoraciones cualitativas que hace pocas décadas eran vistas como algo espurio y anticientífico. Pero no se debe quedar en la sola descripción cuantitativa de los hechos; menester es interpretar, originando inferencias capaces
34Barragán L., Hernando (1977), Epistemología, Universidad Santo Tomás de Aquino, Bogotá, p. 98.
35Barragán L., Hernando (1977), op. cit., p. 104.
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44 FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
de explicar la realidad que se analiza.
Sólo así se podrá enriquecer la teoría
científica e incluso ayudar a formular
nuevas leyes.
A partir del camino preferentemente inductivo de las ciencias positivas se
llega, según se ha dicho, a las generalidades de las teorías y leyes científicas,
con ayuda de las cuales es posible predecir. Esta predicción es uno de los frutos más estimables de la ciencia, pues
el conocimiento se pone, o al menos
inaugura la posibilidad de ponerse,
al servicio del bienestar humano. La
predicción científica, lejos de arte de
adivinación o ritual mágico, se basa en el comportamiento regular de la
naturaleza. A iguales condiciones y puntos de vista las cosas se comportan
siempre del mismo modo. No sucede con tanta regularidad cuando de los
comportamientos humanos, individuales o colectivos se trata, pero siempre
es válido el intento por acercarse lo mejor posible a ella.
Más allá de estas generalidades, cada disciplina procede con arreglo a
su naturaleza y especificidad, lo cual es particularmente válido para la filosofía; aunque en este punto se debería hablar de filosofías dada la riqueza y
variedad de los diversos enfoques que a lo largo de la historia han surgido,
alguno de modo efímero, pero muchos otros para permanecer como parte
importante del acervo filosófico.
Finalmente, se hace necesario recordar que filosofía y ciencia no son
colección de saberes. Se trata de actividades vivas y vigentes del espíritu humano que se alimentan gracias a la investigación. Al respecto dice Serrano
A. ( 2002) lo siguiente:36
Cuando hablamos de “investigación científica” estamos hablando de un modo
de proceder, de una actividad que indaga, que busca dentro de un campo científico y que es un momento, una dimensión más de ese campo científico. […]
Desprovista de investigación una ciencia deja de serlo. Y la transmisión que se
haga de los conocimientos llamados científicos, desprovistos de la investigación
y de lo que ésta comporta, es una transmisión ingenua, no científica.
36Serrano,
Augusto (2002), De las ciencias y de sus métodos, Paraninfo, año XI, núms.
20-21, pp. 147-148.
FILOSOFAR, PARA SEGUIR CRECIENDO
LECTURA
Relación entre filosofía y ciencia
González, A. (1991)37
Muchos filósofos han pretendido una unidad perfecta entre ciencia y filosofía. Así, por ejemplo, para el idealista Hegel, la filosofía es la ciencia
suprema del espíritu. Para otros pensadores de tendencia también idealista,
la filosofía, aunque no es de hecho una ciencia, debería llegar a constituirse
como tal; es decir, debería trabajar con los mismo métodos, el mismo rigor
y exactitud que son propios de las ciencias positivas. Y nos les falta razón
a estas posturas en cierto sentido: la filosofía verdadera se ha caracterizado
siempre por un deseo de rigor y exactitud. Los que la confunden con la poesía
o con la literatura difícilmente pueden ser considerados auténticos pensadores. Ahora bien, el que en filosofía no sirve el mero discurso literario o
propagandístico no quiere decir que ciencia y filosofía sean la misma cosa.
Para ver las diferencias entre un modo de saber y otro, comencemos por
considerar en qué consiste el conocimiento científico (tanto en el campo de
las ciencias naturales como en el de las ciencias humanas). Lo que caracteriza la actividad cotidiana del científico es la búsqueda y el descubrimiento
de las leyes por las que se rige el universo o las soc...
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